Su estilo enmarca el realismo mágico
Roby Lobeira es ilustradora, pintora, artista, pero sobre todo, creadora de personajes. Ella es una autora que mezcla la parte animal y vegetal con la humana. Su estilo se enmarca entre el realismo mágico y el mundo surrealista.
Sin embargo, más allá de definirlo, vale la pena destacar tres constantes en su obra: la imaginación, la capacidad de asombro y la habilidad inquisitiva.
Ejemplo de ello son los muebles antiguos de donde surgen llaves de agua, rostros sustituidos por flores, frutos, fauna descontextualizada. Así como plantas, partes de animales, caras en blanco, inconclusas, fragmentadas, zoomórficas o con rasgos de dibujos animados.
La ilustradora utiliza elementos como la vegetación, las aves y otros animales saliendo por entre la piel. La ropa que se convierte en brazos, pequeñas frases, protagonistas de películas animadas y múltiples elementos en su obra surrealista.
Además de crear una densidad visual en sus piezas, integra, con ingenio, reinterpretaciones del romanticismo (ya sea artístico o histórico). Utiliza íconos de la cultura pop, en especial de filmes para niños, y referentes de la moda.
En un mismo cuadro podemos apreciar a Pocoyó o Lumiere conviviendo junto a sensuales mujeres o héroes universales. Llama la atención que cada uno está en su mundo y por alguna fantástica razón coinciden en el imaginario de Roby.
Quizás por el mero gusto de la combinación de contrastes tanto estéticos como ideológicos o por cuestiones psicológicas o lúdicas. De cualquier manera, nos deja el planteamiento abierto para liberar a nuestra mente de lo cotidiano y predecible.
Sin duda, existe ingenuidad, fragilidad y vulnerabilidad en los pequeños animales que retrata. Particularmente, si se sitúan en medio de una sala oscura, elegante, solitaria y habitada. Ya sea por varias generaciones atrás o, aunque se encuentren dibujados al aire libre.
¿Qué hacen ahí en un ambiente sórdido y solemne en el que el resto de los personajes no hacen más que actuar y fingir?
Nada, sin su presencia la puesta en escena sería percibida como fría y clásica, acaso con un aire surrealista. Por ende, la ilustradora Roby plasma lo metafórico de esa ruptura con la realidad disimulada y de apariencias.
Sobra decir que sus trazos provienen de esa necesidad de romper con lo que se nos ha impuesto como real en una sociedad de falsedad.
Los atuendos y vestuarios del universo pictórico de Roby, pintados con lujo de detalle, resultan sofisticados y suntuosos. Están dispuestos en aquellos salones y cubriendo a seres que deben guardar la compostura, pero sorpresivamente son irrumpidos por entes.
Estos entes pueden ser ficticios y simpáticos que fracturan tanta presunción. Es probable que ese sea el mensaje de fondo de sus obras. La aparición repentina de lo fantasioso en un ámbito irreal y majestuoso.
En otras palabras, en la vida requerimos de imprevistos surreales que nos permitan despejarnos de lo ilusorio. En este caso, la ilustradora la materializa en alegorías circenses, disfraces, antifaces, máscaras, bufones, payasos, malabaristas, equilibristas.
Así como arlequines y cualesquiera atmósferas burlescas con un histrionismo en apogeo, tensiones eróticas, roles protagónicos bien definidos, entornos festivos
robertalobeira.com
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Por Adriana Cantoral