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TODOS LOS CAMINOS LLEGAN A CUARÓN… POR ROMA

Importancia de la película Roma, de Alfonso Cuarón

Roma, es una película maniquea, o se le ama o se le odia, no hay medias. Ese solo hecho es, per se, un logro importante. Aunque en lo personal, considero que se da todo para ubicarse en el primer supuesto.

 

SUS ELEMENTOS

Es visual y auditiva, convirtiéndose en un lenguaje implacable, que irrumpe por esos dos frentes, calando hasta lo más hondo. Tanto así, que hay escenas en las que a algunos nos activa un tercer sentido, el del olfato.

La película es muy lenta. Va despacio sí, pero es de esa lentitud que se busca y que se goza, de la misma forma que lo hace quien persigue un placentero orgasmo.

Paradójicamente, la película Roma logra un intenso colorido, aún a pesar de que es proyectada en blanco y negro.

 

LA PROTAGONISTA

La protagonista principal es lo secundario, lo accesorio… de lo principal, que es la familia para quien trabaja. Una perfecta contradicción que se convierte en una sutil y al mismo tiempo, feroz crítica a la figura de la “muchacha (trabajadora doméstica) de planta”, bautizada con el nombre de Cleo.

EL ENTORNO

Esa figura de la sociedad mexicana encarnada en Cleo, entrega su vida personal, o quizá peor aún, es arrebatada por las familias con quienes trabaja. Un planteamiento esclavizante y desigual, presentado con un celofán de dulces escenas de convivencia con la servidumbre.

 

LA IMPORTANCIA DE ESTE FILME

Tan fina es la crítica, que muchos traemos a nuestros recuerdos a la “muchacha” que nos cuidó de niños y hablamos de ella con nostalgia sin darnos cuenta de a lo que ella tuvo que renunciar.

Roma activa recuerdos y anécdotas de quienes tuvimos la fortuna de tener a una Cleo en nuestra niñez, y entonces sobrevienen las “cariñosas” frases: “era como si fuera de la familia”.

Y es ahí donde esta película se encarga de diseccionar y poner a la vista de todos a esa Cleo que sólo es COMO de la familia… pero que en realidad NO lo es.

Se tiene el cuidado siempre de dejar bien delimitada esa frontera. Esa nana, incluso hasta nos acompañaba a veces a las vacaciones, sí, pero para ayudar y asumir responsabilidades. Siempre estaba ahí, en todas las situaciones, buenas o malas, como si fuera de la familia… pero claro, sin llegar a serlo.

Como un acto generoso, quien acompaña a Cleo y la ayuda en su parto, es la abuela (quien nada sabía de ella a la hora de tener que dar sus generales, por cierto). No la mamá de la familia con la que trabaja, ni mucho menos los demás que la integran (o integraban), simplemente porque Cleo es la sirvienta. ¿El motivo? Su familia, la auténtica, fue devorada lenta e imperceptiblemente por sus patrones (mayores y menores de edad), dejándola sola y a sus expensas.

 

PARTE DE NUESTRA CULTURA

La figura del servicio doméstico de planta ha estado tanto tiempo, tan arraigada y tan de cerca de México; que no la habíamos podido ver en su justa medida, no hasta que llegó Roma; que dicho sea de paso, no terminamos de saber si es un jabón, una colonia de la Ciudad de México, o una importante capital de la cultura latina.

Esta película es una flecha certera que no solamente se clava en el fondo de quienes revivimos esa época de México, sino también en quienes no lo hicieron; y de ahí las interminables nominaciones y premios internacionales, y ahora, el del Globo de Oro como mejor película extranjera.

Por todo lo anterior, he encontrado que hoy, en el mundo del cine, todos los caminos llevan a Cuarón… por Roma.

 

Por Alan de Rosenzweig TW / FB
Fotos: Netflix

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