Dos formatos de video iguales pero diferentes
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La evolución que han tenido los videojuegos a lo largo de la historia va de la mano con los avances tecnológicos, ya que éstos ayudan a la creación de nuevas narrativas y por lo tanto nuevas experiencias para los usuarios, ya que éstos ahora tienen la oportunidad de ser más que espectadores, se vuelven parte de la historia gracias al formato interactivo.
Sin embargo, el cine que comparte con este formato muchas de sus características de realización, no ha podido conectar con los usuarios como lo hacen los juegos de video
Ya que en el cine los usuarios son sólo espectadores de una historia, no tienen participación ni el control de la misma como en los videojuegos.
“Los videojuegos a nivel mundial, generan más dinero que la industria del cine y la música, incluso más que la industria de la música y el cine juntos. Son una de las industrias más rentables en todo el mundo y México siempre ha sido uno de los grandes consumidores de juegos de video y desde hace algunos años es también un desarrollador”
afirma Héctor Guerrero, desarrollador de juegos de video y coordinador del Centro de Cultura Digital de la Ciudad de México, uno de los expositores de la Semana Nacional del Emprendedor 2018.
Dentro de los procesos que comparten el hacer cine y videojuegos se encuentra la conceptualización, la preproducción, el guion, los personajes, la animación, la música, la post producción y el marketing, sin embargo, los videojuegos tienen dos procesos que el cine no, se trata de la programación y diseño del juego, así como del mantenimiento y control de calidad, por eso: “los videojuegos no son cine” afirma Héctor.
Si bien es cierto, que en los dos formatos se cuentan historias y tienen una narrativa parecida la verdad es que, los videojuegos poseen una conceptualización más compleja por su sentido interactivo.
México es uno de los países que más consume videojuegos, pero que no desarrolla tantos como debería; ya que cuenta con el equipo técnico y artístico, pero el problema; según Héctor; es la falta de buenas narrativas.
Por Viridiana Marín Marín