¿CÓMO LAS EMOCIONES INFLUYEN EN EL HAMBRE?

¿De qué tenemos hambre?

La comida está ligada a las emociones.
Si estamos alegres, comemos.
Si estamos tristes, comemos.
Si estamos enojados, comemos.
Si estamos aburridos, comemos.
Y no podía faltar, si estamos ansiosos o estresados, comemos.

 

Al dejarse llevar por la emoción, le quitamos a la comida su lugar que debe tener: proveer de nutrientes, vitaminas, minerales y energía. Además, histórica y culturalmente, las horas de comer son momentos de encuentro con la familia y amigos. Son momentos de recreación, momentos de gozo.

Pero, cuando la emoción tapa todo esto, es donde vienen los problemas de alimentación. Dado que, están ligados a estos desajustes: obesidad, anorexia, bulimia.

Es importante hacer conciencia de cómo estás comiendo. Donde te darás cuenta de qué estás haciendo, de cómo lo estás haciendo y que emoción no te deja disfrutar la comida con plenitud y tranquilidad.

Antes que nada, hay que diferenciar el tipo de hambre:

  • El hambre verdadera llega lentamente.
  • El hambre por emoción llega de pronto, hay que satisfacerla, ¡ya!

Normalmente es un antojo por algo dulce o comida poco sana o procesada.

Leí el increíble libro “Comer con mindfullness” de Ana Moreno, y en un capítulo explica los diferentes tipos de hambre. Te los comparto:

  1. Hambre visual. Cuando comes, aunque no tengas hambre, porque el alimento se ve lindo y apetitoso, a simple vista te gusta.
  2. Hambre olfativa. Compras algo sólo por el olor, aunque no lo necesites. Por ejemplo, el olor de un pan recién salido del horno.
  3. Hambre bucal. Es el deseo de tener en la boca algo que produzca sensaciones placenteras.
  4. Hambre estomacal. Cuando sientes el vacío en el estómago, tienes que observar que no sea ansiedad. Ya que a veces se confunde con hambre.
  5. Hambre corporal o celular. Se presenta cuando te duele la cabeza, estás irritable o disminuye tu energía.
  6. Hambre mental. El momento en que piensas y te dices: “debería comer mas proteína o ya es la hora de comer”.
  7. Hambre del corazón. Seguramente, es la mas problemática, ya que es hambre de amor. Probablemente, tengas hambre de abrazos, de cariño, de atención, y para llenar ese vacío, comes.

 

¿Cómo ves? ¿Con cuál te identificas? Puede ser con una sola o con varias.

La clave es trabajar en tu autoconocimiento. Reconocer cuando estás sintiendo esa hambre que no es real y saber cuándo es tu hora normal de comer.

La hora real de comer tienes que hacerla especial. Sin prisas, come lento, mastica mucho mucho, mientras lo haces, deja los cubiertos sobre el plato. Voltea a ver a la persona con la que estás compartiendo la mesa.

Si estás comiendo solo, no estés con el celular, en la computadora, ni viendo la televisión. Porque comerás más, mejor observa y detecta cada textura y sabor de lo que comes. Al mismo tiempo aprecia y valora tu entorno.

Sé que vivimos en un mundo que anda a mil por hora, que parece que siempre estamos tarde. Corremos a nuestro transporte con un tupperware y comemos la comida sin ninguna atención.

Aunque, las circunstancias sean así, estoy segura de que, si ponemos atención y consciencia en nuestro tiempo, podemos lograr comer.  Con una atención plena, lo cual es muy benéfico para nuestro cuerpo.

Te invito a que lo practiques, cada día, y día a día notarás la diferencia en tu cuerpo. En tu energía, digestión y actitud.

“Saciar el hambre de amor vorazmente con comida o bebida, no nos lleva a ninguna parte. Al revés, agrava la situación. Nos hace sentir llenos, culpables, tener mala digestión y engordar. La manera de saciar el hambre de amor  es llenándonos de nosotros mismos, no de comida, pues el hambre de amor, es hambre de uno mismo”.  -Ana Moreno

 

Gracias por leerme.

LA VIDA ES HOY

Por Laura Rosado

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