LA ADOLESCENCIA SIN CADUCIDAD DE MI PAREJA

Una adolescencia sin caducidad y las responsabilidades postergadas de la adultez.

Dentro de las nuevas realidades sociales observamos que la niñez se acorta y, cada día se retrasa mucho más la aceptación y las responsabilidades de una vida adulta. Empezamos a observar una adolescencia sin caducidad. Cuando esta etapa generalmente llegaba a los 19-21 años ahora ¿llega los 35?

 

¿Un mito más?


No sólo es mi opinión, hay unos cuantos especialistas para los que la edad de la adolescencia puede superar los 30 años.

A inicios y mediados del siglo XX la adolescencia se apreciaba en raras ocasiones entre los jóvenes. Se pasaba, casi de forma inmediata, de la niñez a la adultez obligados por el contexto que los rodeaba: guerras, crisis, menos innovaciones tecnológicas y demás.

 

“Existía una evidente necesidad por sobrevivir”, según comenta José Romay, profesor de la Universidad de Coruña.

 

Hoy los millennials nos enfrentamos a la dificultad de independizarnos. El costo de adquirir algo resulta en proporción más caro hoy en día para nosotros que lo que fue para nuestros padres y abuelos. Por ello, no es extraño que no nos planteemos apurarnos para asumir responsabilidades de adultos, pues sólo no nos alcanza.

Sin embargo, hay treintañeros donde el factor económico no es el componente que les impide independizarse. Tienen literalmente miedo a “volar” del nido paterno, un comportamiento conocido como síndrome de Peter Pan. El miedo a madurar y tomar responsabilidades propias de su edad juega un factor importante en la postergación de la adolescencia.

 

 

¿Cómo saber si mi pareja tiene el Síndrome de Peter Pan?


Si cumple al menos con 5 de las siguientes condiciones, efectivamente se encuentra anclado en su adolescencia:

  1. Tienes que velar, en ciertas ocasiones, por sus necesidades fisiológicas.
  2. Muestra comportamientos infantiles: hace tonterías o te pide que le ayudes porque le da pena.
  3. Muestra cierto conflicto edípico, es decir, “un conjunto complejo de emociones y sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores”.
  4. Tiene una personalidad altamente narcisista: se enoja contigo o hace berrinche cuando algo no le sale.
  5. Deja proyectos rápidamente incluidas relaciones en pareja.
  6. Viste como adolescente: pantalones rotos, patineta, gorra eterna…
  7. Promete, pero pocas veces cumple.

 

¡Ojo! Dentro de esa adolescencia sin caducidad, su miedo hacia la adultez lo puede estar traduciendo en ansiedad, angustia, soledad, baja autoestima e inseguridad. Ese rezago emocional te lo puede contagiar si no eres consciente de la realidad.

 

“Las niñas que muestren un fuerte instinto maternal o que de chiquitas fueron educadas para ser una buena mujer (niña, hermana, novia, esposa y madre), son la presa más fácil para un Peter Pan”, indica la psicóloga de pareja Eva Fauche en Glamour.mx.

 

 

¿Qué hago si mi pareja es un treintañero adolescente?


¡Corre!… No es cierto, cada uno tiene personalidades diferentes y cada quién sabe hasta qué punto puede ceder y aceptar las diferencias del otro.

 

Pregúntate:

  • ¿Qué es lo que te enamoró de esa persona?
  • Haz una lista de pros y cons, ¿puedes aceptarlos, son muchos cons?
  • ¿Cómo gestionan la relación? ¿Es los que esperabas, cumple tus expectativas?
  • ¿Eres su compañer@ o su niñer@?

 

Si tus respuestas tienen una connotación positiva tienes dos caminos:

  1. Aceptarlo, hablarlo y sólo dejarse ser.
  2. Buscar concientizarlo sutilmente de su problema, ubícalo con palabras y hechos para que la relación dure.

Y si no tienen una connotación tan optimista… reflexiona si eso es lo que quieres hoy.

 

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Por Consuelo Telich

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