Caminar entre las luciérnagas es como recorrer el cielo estrellado
Si me dijeran que en una oración expresara la sensación que sentí cuando visité el Santuario de las luciérnagas diría: “Caminar junto a las luciérnagas fue como tocar las estrellas en la tierra”.
La primera vez que vi las imágenes en internet de las luciérnagas en el bosque se me hizo algo lindo, pero vivirlo es extraordinario, ya que no sólo se tiene un concierto visual, sino que se experimenta todo un viaje astral, pues al estar en contacto con la naturaleza, hace que todos tus sentidos se conjuguen y el silencio que te rodea permite entrar en un estado de paz y calma.
Entonces escuchas las indicaciones para comenzar el recorrido
Una voz ronca que dice: “¡por favor, apaguen el flash de sus cámaras y no prendan la luz de su celular, ya que lastima a las luciérnagas y puede matarlas!, tengan cuidado en dónde pisan, y tomen de la mano a su compañero para que puedan guiarse”.
Después de las instrucciones, nos esperamos como 10 minutos en lo que los demás compañeros se organizaban. Al principio, cuando me adentré en la oscuridad del bosque, me invadió primero un poco de temor, ya que no podía ver bien lo que había a mi alrededor, y las luciérnagas eran las únicas que alumbraban mi camino.
Para mi mala suerte, ese día llovió y en muchas partes del bosque había lodo
Además la lluvia provocó que las luciérnagas se resguardaran entre los árboles y sólo algunas las más valientes aparecieron para iluminar nuestro camino. Mientras caminaba por un sendero, que los guías ya habían marcado, pisaba temerosamente el piso, ya que sin ninguna luz que alumbrara era imposible saber por dónde ir, la única referencia para no caer o tropezar, era el eco de todas las voces que decían: “¡brinquen! ¡hay escalones, pisen con cuidado! ¡deténganse!”.
A pesar de todas estas dificultades, en medio de la nada resplandecían luces verdes que posaban sobre las hojas de los pinos y el pasto; era como una proyección de luces de colores que impregnaban de romanticismo a la noche, pues la luz de la luna era la invitada perfecta para seguir iluminando uno de los más mágicos paisajes que había visto en mi vida.
Esta experiencia sensorial, no sólo me deleitó la mirada, sino que el olor de los árboles frescos y el de tierra mojada invadieron todos mis sentidos.
Pero, lo que terminó de hacer fascinante este Santuario de luciérnagas, fue cuando alcé mi cabeza y dirigí la mirada hacia el cielo, vi el cielo más estrellado que me hizo enamorar de esa noche magnífica, todas las constelaciones podían apreciarse, la verdad es que era más perfecto que el cuadro de La noche estrellada de Van Gogh.
La mejor temporada para hacer este paseo es de junio a agosto.
¿Dónde es? En Nanacamilpa, Tlaxcala.
Por: Flor Vega Castillo